Banca tradicional y neobancos, dos modelos que se complementan

Banca tradicional y neobancos, dos modelos que se complementan 1024 640 Poincenot
bancos digitales

Los bancos digitales se están consolidando a nivel global y están revolucionando el sistema financiero, con un modelo 100% online, centrado en las preferencias de los clientes e incluyendo a nuevos segmentos que la banca tradicional no alcanza.

Las nuevas necesidades de los usuarios y la maduración del ecosistema Fintech están impulsando el avance de los bancos digitales en América latina, una tendencia más consolidada a nivel global. 

Lejos de cualquier antagonismo, los neobancos conviven con la banca tradicional y la complementan, con una oferta de servicios financieros innovadores, ágiles, flexibles y 100% digitales.

El modelo de atención

Con licencia para operar y regulados por el Banco Central al igual que los bancos tradicionales, estas entidades proponen un modelo de atención y gestión sin sucursales, donde los usuarios pueden abrir y cerrar una cuenta, realizar pagos y transferencias, obtener tarjetas de débito y crédito, comprar y vender divisas, abrir un plazo fijo o sacar un préstamo, desde una página web o una aplicación móvil.

La atención 100% online presenta grandes beneficios para los clientes, porque la contratación de servicios se realiza de manera remota, ágil, en pocos pasos y sin papeleo. Además, en la mayoría de los casos, los costos de apertura y mantenimiento suelen ser muy bajos o inexistentes.

Los usuarios valoran cada vez más las experiencias de autogestión y la posibilidad de operar con un banco digital les permite realizar trámites, consultas y transacciones en su cuenta, en cualquier momento del día, sin necesidad de estar sujetos al horario de atención que proponen los bancos tradicionales. 

Educación e inclusión financiera

En términos de educación financiera, los nuevos bancos digitales son una herramienta clave, porque su modelo disruptivo resulta atractivo para los segmentos más jóvenes y algunos, incluso, están permitiendo la apertura de cuentas a usuarios desde los 13 años.

Pero también, al igual que las fintech, facilitaron la inclusión financiera de personas que estaban excluidas de la banca tradicional porque, entre otras barreras de acceso, no alcanzaban los requisitos exigidos para abrir una cuenta.

La tecnología permite a los bancos digitales desarrollar un modelo centrado en el cliente, estar más cerca de sus demandas y ofrecer productos a medida y experiencias personalizadas, otro atributo clave a la hora de sumar nuevos usuarios y fidelizarlos.

La banca tradicional se transforma

En relación al modelo innovador y ágil que proponen los neobancos, la banca tradicional parece moverse más lento por la carga regulatoria que pesa sobre sus espaldas, los altos costos de operación vinculados a su propuesta de atención presencial y su red de sucursales, entre otros factores.

Desafiados por la demanda de los clientes y el avance de fintechs y neobancos, en los últimos años están impulsando una transformación hacia modelos cada vez más innovadores y disruptivos, a través de asociaciones con otras fintechs, creando sus propios bancos digitales o fortaleciendo su propuesta de valor a los usuarios con una fuerte impronta tecnológica.

No obstante, todavía tienen un largo camino por recorrer. Un estudio de Americas Market Intelligence, encargado por Backbase a octubre de 2021, señala que de los 700 consumidores entrevistados que abrieron una cuenta en línea (42%), el 28% señaló que se vio obligado a visitar una sucursal física para completar el proceso. Hoy, plataformas de internet banking como do.it permiten hacer el proceso 100% online, sin necesidad de acudir de manera presencial.

Seguir avanzando en el desarrollo de sus plataformas digitales será clave para potenciar algunas fortalezas, de momento imbatibles, a su favor: el 99% de los consumidores bancarizados los utilizan como su principal proveedor de servicios financieros. 

Mientras que su modelo de atención presencial en sucursales continúa siendo fundamental para llevar servicios financieros a un segmento de la población (mayores de 60 años) menos familiarizado con la tecnología.