El mundo financiero está experimentando una transformación digital sin precedentes. Por medio del Banking as a Services (BaaS) cualquier empresa puede ofrecer servicios financieros, lo que les permite innovar, mejorar sus cadenas de valor y ofrecer nuevas experiencias a sus clientes. Sin embargo, este avance tecnológico conlleva un importante desafío en materia de cumplimiento normativo, más concretamente en prevención de lavado de dinero y financiación del terrorismo.
¿Qué se entiende por BaaS?
En artículos anteriores, pudimos establecer la importancia de la implementación de una estrategia BaaS, pero concretamente ¿a qué nos referimos? BaaS hace referencia a un modelo, a través del cual, una institución financiera autorizada facilita el acceso al sistema financiero a entidades no financieras (y muchas veces no reguladas) para que puedan ofrecer productos financieros a sus clientes y comunidades.
Este tipo de modelos es el que facilita que empresas tradicionales y fintech se conecten al sistema financiero de manera eficiente, optimizando tiempos, recursos y costos. Incrementar la oferta de servicios financieros a las comunidades, en los espacios en los cuales el usuario confía, pareciera ser el modelo de go to market del siglo XXI. El ejemplo más contundente es Mercado Fondos, ofreciendo inversión en FCI con una experiencia conocida e innovadora.
Modelo BaaS: Desafíos en materia de prevención de lavado
Estas empresas tradicionales y fintech que comienzan a brindar servicios financieros buscando enriquecer su propuesta de valor, muchas veces no están expuestas a las mismas regulaciones y normativas por las que están alcanzadas las instituciones financieras plenas. Esto, sumado a que buscan brindar una experiencia más ágil y simple a los usuarios, puede traer como consecuencia diferencias al momento de gestionar la problemática de Lavado de Dinero.
La estructura de pensamiento y la forma de operatoria de un banco tradicional es diferente a la de una fintech. Su público objetivo, la diferencia de experiencias hacia el usuario final que buscan generar, y su aversión al riesgo muchas veces son completamente diferentes. Mientras que los bancos tradicionales son más reacios al riesgo y lo contemplan en cada decisión o experiencia que brindan; las fintech, por el contrario, enfocan su energía en la experiencia del cliente y en brindar soluciones innovadoras y simples. La competencia en este sector, se da justamente en ofrecer el mismo valor (ya comoditizado) con la menor fricción y la mejor experiencia posible. Encontrar un punto de conexión óptimo para ambas partes es un gran desafío al que se enfrenta el BaaS y donde la tecnología es parte crucial.
Entendiendo que el BaaS es una oportunidad única que se debe explotar para sacar el máximo beneficio, y que los usuarios son cada vez más exigentes en cuanto a la experiencia, encontrar un equilibrio entre brindar soluciones financieras de calidad y cumplir con las regulaciones vigentes en materia de prevención de lavado es indispensable para poder sacar el máximo provecho a todas las oportunidades que el modelo permite y requiere de un profundo involucramiento de ambas partes.
Apalancarse en tecnología
Para resolver esta diferencia, las organizaciones deben utilizar herramientas que permitan aprovechar la automatización para garantizar el cumplimiento normativo, facilitando la recolección de datos de sus clientes y su operatoria en tiempo real, y utilizar sistemas como trak.e que permiten analizar dicho comportamiento con reglas e identificar desvíos. Delegando también en estas soluciones, la gestión de legajos digitales de los clientes, la debida diligencia del mismo, entre otras gestiones de materia de PLAyFT El desafío mayor, sin embargo, se encuentra en poder escalar la solución de monitoreo y prevención en la misma medida en la que escalan estos novedosos negocios.
Además de contar con soluciones tecnológicas integradas que escalen, no se debe perder de vista el costo. En la mayoría de los casos, los negocios de BaaS son de mucho volumen transaccional pero de bajo valor marginal, por lo que se debe tener siempre en cuenta el costo recurrente en el que se incurre para mantener los márgenes lo más altos posibles.
En síntesis, dejar las complejidades regulatorias en soluciones especializadas puede facilitar la resolución de esta diferencia en la gestión entre entidades financieras tradicionales y fintech, permitiendo que ambas se centren en brindar experiencias superadoras bajo la tranquilidad de que se cumple con la normativa correspondiente, sin afectar los márgenes de negocio volviendolos viables y apetecibles.